Todo el mundo odia el spam. Las llamadas de teleoperadores a la hora de la siesta sacan los más bajos instintos del ser humano, llega a llamarte tu propia compañía de teléfonos para que te cambies con ellos. Es desesperante y a nadie le gusta. Es la nueva publicidad invasiva y ahora será peor, ahora también podrán hacerlo los partidos políticos. Y la avalancha no será lo más grave.

La Ley Orgánica de Protección de datos (LOPDP) que ya ha sido ratificada por el Senado, permite a los partidos políticos realiza spam electoral, podrán mandarte whastapp o correos físicos o electrónicos de manera personalizada y sin haber solicitado el consentimiento, lo más grave es que además en su artículo 58bis va a permitirles hacer bases de datos ideológicas y conocer el perfil personalizado de cada uno de los electores.

Quizá dicho así no parece tan grave pero si vives en determinados lugares de España, puede ser más complicado.

¿Crees que Bildu debe conocer en cada pueblo del País Vasco quién es nacionalista y quién no lo es? ¿Te parece importante que Vox tenga acceso a quien se expresa en redes sociales en catalán o valenciano? ¿Y que los partidos independentistas catalanes, que controlan en gran medida el acceso a la administración pública, sepan quién es independentista y quién no lo es.

Las agencias de Reino Unido, Francia e Italia y Buttarelli (Supervisor Europeo de Protección de Datos) imponen criterios mucho más restrictivos que la opción “elegida” para el 58 bis. Permite un uso muy peligroso de los datos y una situación de grave indefensión para el ciudadano medio.

Las privacidad y el uso de datos, como ya ocurrió en Estados Unidos con el caso de Cambridge Analytica, supone un grave problema que debemos tratar con normas mucho más restrictivas y en mi opinión mejor redactadas, que marquen límites efectivos al control que ejercen sobre nosotros los partidos políticos y salvaguarden la calidad democrática de nuestro país.

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